sábado

Vírgenes de alma

Hace cuestión de un par de semanas, mi niña, que tiene ocho años, volvió llorando del colegio. Su mejor amiga la había traicionado contándole a todos un secreto que la puso en evidencia delante de sus compañeros. Como es lógico se sintió decepcionada, dolida. Lloró mucho. Me dijo que no jugaría con ella nunca más, que no estaba dispuesta a que volviera a hacerle daño. Al día siguiente no quería ir al cole con tal de no verla, pero volvió... 

El tiempo fue pasando y puso las cosas en su sitio. Ahora ya ni se acuerda de aquella afrenta. Juegan juntas a la hora del patio, a la salida van andando juntas hasta el semáforo donde, cada tarde, los padres recogemos a los críos. Es lo que tienen los niños, un corazón generoso, virgen, dispuesto a perdonar siempre,  quizás los adultos deberíamos aprender de ellos. Desde luego son más felices, seríamos más felices si aprendiéramos a perdonar desde dentro, con lo que ello conlleva: el olvido. De eso se trata, de volver a ser vírgenes de alma. Ya no para poner la otra mejilla, para que vuelvan a hacernos daño, sino para poder vivir sin arrastres, sin condicionamientos, sin expectativas negativas. Vírgenes para volver a entregarnos, para volver a sentir intensamente como si fuéramos niños pequeños. 

jueves

Empezar por el principio

Cien años de Soledad
Macondo, Cien años de Soledad
Como todo en esta vida, las novelas también se empiezan por el principio, y ha de ser justamente el principio la parte más atrayente de la historia, el anzuelo que enganche al lector y lo motive lo bastante como para seguir leyendo...

Según Joaquín Roy, catedrático de Jean Monet y director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami, desde el punto de vista de la redacción, la técnica del LEAD, consiste en la ubicación, al inicio de un artículo de esencia periodística, de los hechos básicos de la crónica. 
En la estructura de la “pirámide invertida”, la combinación de “qué”, “quién”, “cuándo”, “dónde”, “cómo”, y (quizá) “por qué”, es el aperitivo con el que el autor intenta atrapar la atención del lector. 
En el resto del escrito, el autor va completando los detalles, satisfaciendo con dosis calculadas los diversos deseos o expectativas del lector. Este código de redacción, impuesto con rigurosidad a los periodistas, consistía en una serie de normas que podrían resumirse en unas pocas técnicas: 
-Oraciones cortas
-Construcciones afirmativas
-Abstención de frases subordinadas
-Palabras correctamente elegidas y huérfanas de connotaciones oscuras. 
(leer más en http://www.ipsnoticias.net/2014/04/el-lead-tecnica-de-garcia-marquez/) 

Para ilustrar cuan importantes son los primeros párrafos de una historia, os relaciono a continuación los comienzos de García Márquez, que en la técnica del Lead era todo un maestro... 


La hojarasca (1955)

«De pronto, como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la compañía bananera perseguida por la hojarasca. Era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos; rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía más remota e inverosímil. La hojarasca era implacable». 


El coronel no tiene quien le escriba (1961) 

 «El coronel destapó el tarro del café y comprobó que no había más de una cucharadita. Retiró la olla del fogón, vertió la mitad del agua en el piso de tierra, y con un cuchillo raspó el interior del tarro sobre la olla hasta cuando se desprendieron las últimas raspaduras del polvo de café revueltas con óxido de lata». 

La mala hora (1962) 

«El padre Ángel se incorporó con un esfuerzo solemne. Se frotó los párpados con los huesos de las manos, apartó el mosquitero de punto y permaneció sentado en la estera pelada, pensativo un instante, el tiempo indispensable para darse cuenta de que estaba vivo, y para recordar la fecha y su correspondencia en el santoral». 


Cien años de soledad (1967) 

«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo». 

Relato de un náufrago (1970) 

 «El 22 de febrero se nos anunció que regresaríamos a Colombia. Teníamos ocho meses de estar en Mobile, Alabama, Estados Unidos, donde el A.R.C. ‘Caldas’ fue sometido a reparaciones electrónicas y de sus armamentos. Mientras reparaban el buque, los miembros de la tripulación recibíamos una instrucción especial. En los días de franquicia hacíamos lo que hacen todos los marineros en tierra: íbamos al cine con la novia y nos reuníamos después en ‘Joe Palooka’, una taberna del puerto, donde tomábamos whisky y armábamos tina bronca de vez en cuando». 


La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada (1972) 

«Eréndira estaba bañando a la abuela cuando empezó el viento de su desgracia. La enorme mansión de argamasa lunar, extraviada en la soledad del desierto, se estremeció hasta los estribos con la primera embestida. Pero Eréndira y la abuela estaban hechas a los riesgos de aquella naturaleza desatinada, y apenas si notaron el calibre del viento en el baño adornado de pavorreales repetidos y mosaicos pueriles de termas romanas». 


«La tercera resignación», primer cuento de «Ojos de perro azul» (1972) 

 «Allí estaba otra vez ese ruido. Aquel ruido frío, cortante, vertical, que ya tanto conocía pero que ahora se le presentaba agudo y doloroso, como si de un día a otro se hubiera desacostumbrado a él. 


El otoño del patriarca (1975) 

«Durante el fin de semana los gallinazos se metieron por los balcones de la casa presidencial, destrozaron a picotazos las mallas de alambre de las ventanas y removieron con sus alas el tiempo estancado en el interior, y en la madrugada del lunes la ciudad despertó de su letargo de siglos con una tibia y tierna brisa de muerto grande y de podrida grandeza». 


Crónica de una muerte anunciada (1981) 

 «El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros». 


El amor en los tiempos del cólera (1986) 

 «Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados. El doctor Juvenal Urbino lo percibió desde que entró en la casa todavía en penumbras, adonde había acudido de urgencia a ocuparse de un caso que para él había dejado de ser urgente desde hacía muchos años. El refugiado antillano Jeremiah de Saint-Amour, inválido de guerra, fotógrafo de niños y su adversario de ajedrez más compasivo, se había puesto a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro de oro». 

 El general en su laberinto (1989) 

 «José Palacios, su servidor más antiguo, lo encontró flotando en las aguas depurativas de la bañera, desnudo y con los ojos abiertos, y creyó que se había ahogado». 



«Buen Viaje señor presidente», primer relato de «Doce cuentos peregrinos» (1992) 

 «Estaba sentado en el escaño de madera bajo las hojas amarillas del parque solitario, contemplando los cisnes polvorientos con las dos manos apoyadas en el pomo de plata del bastón, y pensando en la muerte». 


 Del amor y otros demonios (1994)

«El 26 de octubre de 1949 no fue un día de grandes noticias. El maestro Clemente Manuel Zabala, jefe de redacción del diario donde hacía mis primeras letras de reportero, terminó la reunión de la mañana con dos o tres sugerencias de rutina». 


Noticia de un secuestro (1996) 

 «Antes de entrar en el automóvil miró por encima del hombro para estar segura de que nadie la acechaba. Eran las siete y cinco de la noche en Bogotá. Había oscurecido una hora antes, el Parque Nacional estaba mal iluminado y los árboles sin hojas tenían un perfil fantasmal contra el cielo turbio y triste, pero no había a la vista nada que temer. Maruja se sentó detrás del chofer, a pesar de su rango, porque siempre le pareció el puesto más cómodo». 


Vivir para contarla (2002)

«Mi madre me pidió que la acompañara a vender la casa. Había llegado a Barranquilla esa mañana desde el pueblo distante donde vivía la familia y no tenía la menor idea de cómo encontrarme. Preguntando por aquí y por allá entre los conocidos, le indicaron que me buscara en la librería Mundo o en los cafés vecinos, donde iba dos veces al día a conversar con mis amigos escritores». 


 Memoria de mis putas tristes (2004) 

«El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen. Me acordé de Rosa Cabarcas, la dueña de una casa clandestina que solía avisar a sus buenos clientes cuando tenía una novedad disponible. Nunca sucumbí a ésa ni a ninguna de sus muchas tentaciones obscenas, pero ella no creía en la pureza de mis principios».


TURRONES AMARGOS

     Esta mañana al llegar al trabajo me han dado una mala noticia. A las dos y media despedirán a uno de mis compañeros. La in...