sábado

Vírgenes de alma

Hace cuestión de un par de semanas, mi niña, que tiene ocho años, volvió llorando del colegio. Su mejor amiga la había traicionado contándole a todos un secreto que la puso en evidencia delante de sus compañeros. Como es lógico se sintió decepcionada, dolida. Lloró mucho. Me dijo que no jugaría con ella nunca más, que no estaba dispuesta a que volviera a hacerle daño. Al día siguiente no quería ir al cole con tal de no verla, pero volvió... 

El tiempo fue pasando y puso las cosas en su sitio. Ahora ya ni se acuerda de aquella afrenta. Juegan juntas a la hora del patio, a la salida van andando juntas hasta el semáforo donde, cada tarde, los padres recogemos a los críos. Es lo que tienen los niños, un corazón generoso, virgen, dispuesto a perdonar siempre,  quizás los adultos deberíamos aprender de ellos. Desde luego son más felices, seríamos más felices si aprendiéramos a perdonar desde dentro, con lo que ello conlleva: el olvido. De eso se trata, de volver a ser vírgenes de alma. Ya no para poner la otra mejilla, para que vuelvan a hacernos daño, sino para poder vivir sin arrastres, sin condicionamientos, sin expectativas negativas. Vírgenes para volver a entregarnos, para volver a sentir intensamente como si fuéramos niños pequeños. 

TURRONES AMARGOS

     Esta mañana al llegar al trabajo me han dado una mala noticia. A las dos y media despedirán a uno de mis compañeros. La in...