lunes

Carilda Oliver Labra

Carilda Oliver, nacida en Matanzas, Cuba, 1924. Es una de las más sobresalientes poetisas hispanoamericanas, ganadora de importantes premios literarios:

Premio Nacional de Poesía en 1950, Primer Premio y Flor natural en el Certamen Nacional, ganadora del Certamen Hispanoamericano organizado por el Ateneo Americano de Washington para conmemorar el tricentenario del nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz, Premio Nacional de Literatura en 1997 y Premio Internacional José de Vasconcelos en el año 2002.
Entre sus obras se destacan:
«Al sur de mi garganta» en 1949
«Memoria de la fiebre» en 1958
«Versos de amor» en 1963
«La ceiba me dijo tú» en 1979
«Desaparece el polvo» en 1983
«Calzada de Tirry 81» en 1987
«Se me ha perdido un hombre» en 1993
«Libreta de la recién casada» en 1998.

Estos son algunos de sus poemas más conocidos.

"Me desordeno, amor, me desordeno..."

Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.

Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.

Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;

y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.


"Te mando ahora que lo olvides todo"

Te mando ahora a que lo olvides todo:
aquel seno de nata y de ternura,
aquel seno empinándose de un modo
que te pudo servir de tierra dura;
aquel muslo obediente pero fiero,
que venía de sierpes milenarias;
aquel muslo de carne y de me muero
convocado en las tardes solitarias;
aquel gesto al echarme en la locura;
aquel viaje al amor, de mi cintura;
aquel gusto en la piel a lirio extraño,
aquel nombre pequeño bajo el nombre,
aquel pecado de volverte un hombre
en el vicio feliz de hacerme daño.

martes

Nicolás Guillén

poeta nacional de cuba
Nicolás Guillén
 Nicolás Guillén (1902-1989) Poeta nacional de Cuba, genuino representante de la poesía negra afroantillana. Varios poemas suyos han sido musicalizados como La Muralla, Sóngoro Cosongo, Un largo lagarto verde, De que callada manera, entre otros.
He aquí uno de mis preferidos:

"Bares"

Amo los bares y tabernas
junto al mar,
donde la gente charla y bebe
sólo por beber y charlar.
Donde Juan Nadie llega y pide
su trago elemental,
y están Juan Bronco y Juan Navaja
y Juan Narices y hasta Juan Simple,
el sólo, el simplemente Juan.

Allí la blanca ola
bate de la amistad;
una amistad de pueblo, sin retórica,
una ola de ¡hola! y ¿cómo estás?
Allí huele a pescado,
a mangle, a ron, a sal
y a camisa sudada puesta a secar al sol.

Búscame, hermano y me hallarás
(en la Habana, en Oporto,
en Jacmel, en Shangai)
con la sencilla gente
que sólo por beber y charlar
puebla los bares y tabernas
junto al mar.


"Palabras fundamentales"

Haz que tu vida sea
campana que repique
o surco en que florezca y fructifique
el árbol luminoso de la idea.
Alza tu voz sobre la voz sin nombre
de todos los demás, y haz que se vea
junto al poeta, el hombre.

Llena todo tu espíritu de lumbre;
busca el empinamiento de la cumbre,
y si el sostén nudoso de tu báculo
encuentra algún obstáculo a tu intento,
¡sacude el ala del atrevimiento
ante el atrevimiento del obstáculo!


"Sóngoro Cosongo"

¡Ay, negra,
si tú supiera!
Anoche te vi pasar,
y no quise que me viera.
A él tú le hará como a mí,
que cuando no tuve plata
te corrite de bachata
sin acordarte de mí.

Sóngoro, cosongo,
songo be;
sóngoro, cosongo
de mamey;
sóngoro, la negra
baila bien;
sóngoro de uno,
sóngoro de tré.

Aé,
vengan a ver
aé, vamo pa ver
¡Vengan, sóngoro cosongo,
sóngoro cosongo
de mamey!

lunes

La inspiración literaria II

Volviendo al tema de la Inspiración, que ya hemos tocado en otras entradas, Alfonso Reyes ha escrito un texto sobre los distintos tipos. A cada uno lo acompaña de algunos ejemplos. He aquí los más representativos:

1.- Estimulos de tipo literario (las lecturas). Las novelas históricas surgen a partir de lecturas de libros de historia, y las novelas de ciencia-ficción, a partir de lecturas de obras científicas. La mitología fue un campo de inspiración para Rubén Darío, y la lectura de los clásicos de la antigüedad, para Anatole France.

2.- Estímulos de tipo verbal (las palabras que nos arrastran a otras). La palabra, que Balzac encuentra en un tratado de Derecho penal, le lleva a urdir el argumento de una novela. Poe reconocía que el tema de El cuervo nació de la palabra nevermore (nunca jamás).

3.- Estímulos de tipo auditivo (voces, música...)
La arlesiana, de Daude, nace de un grito lanzado a la vez por dos mujeres; Proust encuentra también inspiración en los gritos que le llegan de la calle. Mallarmé asiste a los conciertos Lamoureux, y traza esquemas de los movimientos poéticos que le sugieren los compases musicales.

4.- Estímulos de tipo visual (cosas que vemos, incluidas las ilustraciones) Góngora se inspira en Amado Nervo, en los dibujos de Julio Ruelas. Victor Hugo sueña con las letras mayúsculas: la A es una pirámide, la H de una catedral con dos torres.

5.- Estímulos de tipo olfativo, gustativo y táctil. El olor del circo inspiraba a Ramón Gómez de la Serna; el de una pensión de familia, a a Balzac. Añadiríamos a los ejemplos de Alfonso Reyes la novela El perfume, de Suskind.

6.- Estímulos de tipo ambulatorio (montañas, paisajes, aire puro o impuro). El oxígeneo de las playas, el ozono de las cumbres han servido para traer inspiración a espíritus atormentados o enfermos como Kafka, Dostoievski, Mann... Rubén Darío también amaba los lagos y sus cisnes.

7.-Estímulos de tipo onírico (sueños vividos o referidos por otros). El empleo temático o alegórico de un sueño es una constante de los surrealistas.

8.- El estímulo de la memoria involuntaria (personajes, escenas que afloran) El ejemplo característico es Proust, pero antes de él no hay que olvidar las
Confesiones, de Rousseau; la Vita, de Alfieri, o Fort comme la mort, de Maupassant.

9.-El estímulo de las sinestesias (percepciones de un sentido a otro). Ejemplo: Rimbaud y su soneto sobre los colores vocales.

10.- Los estímulos puramente físicos (espacio, volumen, peso, temperatura). Todo deja una huella en el pensamiento, incluso el terror que sentía Pascal por los amplios vacíos. En Coleridge encontramos las soledades heladas del polo Sur; en Poe y en Rimbaud, el vértigo de los espacios verticales...

11.- Estímulos emotivos (noticias conmovedoras, shocks...). Del suicidio de un amigo surge Werther, del de un niño,
Los monederos falsos, de Gide; Henry James encuentra inspiración para una novela en el dolor que le causa la boda de un muchacho con una dama de cierta edad...

12.- Estímulos provocados voluntariamente, es decir estímulos no fortuitos, buscados por la persona, y que van desde los hábitos de trabajo hasta el consumo de alguna droga (Hoffmann, Carlyle...) Byron sentía predilección por algo tan poco romántico como el agua de seltz. Schiller guardaba en su escritorio manzanas podridas, cuyo olor le embriagaba... A Walter Scott le excitaba una página en blanco, y a Victor Hugo la actividad sexual le estimulaba su actividad poética. Este conglomerado de factores componen la fórmula de esta pócima mágica que se ha dado en llamar inspiración.

martes

La inspiración literaria

Turgueniev decía: Los poetas tienen razón cuando hablan de inspiración. Es verdad que la Musa no baja del Olimpo para aportarles las estrofas ya terminadas, pero sí llegan a sentir una disposición de ánimo especial que se parece a la inspiración. A esta disposición de ánimo la llaman lo poetas “la proximidad del dios”. Esos instantes constituyen el único disfrute del artista. Si no existieran, nadie escribiría. Luego, cuando hace falta poner orden en todo cuanto se agita en la cabeza, cuando hace falta reposar todo eso en el papel, entonces empieza el tormento”.
Por otra parte, no es extraño que un hombre que a veces tardaba cinco días en escribir una página, como Flaubert, tuviera un concepto poco elevado de la inspiración: “Hay que escribir más fríamente. Desconfiemos de esta especie de calentamiento en el que se produce a menudo más emoción nerviosa que fuerza muscular”.
Quizá para los escritores en ciernes, para aquellos que deseen expresarse y crear un mundo a través de las palabras, la mejor reflexión que puede hacerse es la desmitificación de la inspiración. 

Sentarse ante la máquina de escribir representa exactamente abrir la puerta a la inspiración, decía el escritor sueco Eyvind Jonson. Sí, levantar la tapa de la máquina de escribir ha de ser como abrir la persiana de un garaje. Un garaje de ideas, de objetos, de vivencias de palabras... Hay allí herramientas y también chatarra, y algunos monstruos, junto a niños que corretean —los niños que fuimos-.., parejas que se aman o se odian, paisajes que arrastran nuestra mirada como un río. En ese garaje se entremezclan las vísceras de lo todavía increado con las imágenes fragmentarias de lo ya vivido. Hay que poner orden en aquel caos. Y para poner orden existen las palabras, que de algún modo nos llevan a una interpretación de la realidad, nuestra propia interpretación de la realidad, que hacemos en nombre de aquellos que no saben expresarse. Para ese ensamblaje no hay materiales inservibles. Todo depende del lugar que ocupen, lo mismo que las palabras.
La inspiración es la hermana del trabajo diario, decía Baudelaire. Son dos hermanas gemelas, que en ocasiones se confunden. Este componente artesanal del oficio de escritor no debe hacernos olvidar que lo fundamental es el contenido de la obra literaria. Hemos de hacernos todos los días esta pregunta: ¿Qué quiero decir, qué quiero transmitir? Oscar Wilde nos ha legado esta sentencia, que es todo un programa de acción: No existen más de dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.

Tomado de: El oficio de escribir, de Ramón Nieto. 

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G. Cabrera Infante.

Cabrera Infante (Gibara, 1929 - Londres, 2005) no solo fue unos de los escritores cubanos más importantes de todos los tiempos, sino uno de los más grandes exponentes de nuestra lengua. 
Da fe de ello su vasta obra, desde Tres tristes tigres hasta Mapa dibujado por un espía, novela póstuma, de reciente publicación, y sus numerosos premios y reconocimientos literarios, entre los que se encuentran: el Biblioteca Breve en 1964 y el Cervantes en 1997.  
De Vista del amanecer en el trópico, hemos extraído este fragmento de uno de sus cuentos:

"Alguien dijo que el hombre joven no piensa en la muerte. Este muchacho estaba sentado sobre las raíces botadas de un jagüey y comía un mango. El jugo le manchaba la barba negra y corría por sus manos. Se reía, porque a su lado otro rebelde contaba un cuento. [...]
Se tiró para atrás exagerando su contento pero de veras contento, con el mango, la semilla pelada en la boca, apretada la nuez hilosa y dulce entre los blancos dientes. Vio las ramas del jagüey elevarse entrecruzadas y al moverse el sol aparecía y desaparecía entre las hojas, haciendo blanco al árbol y blancas las ramas y blanco el paisaje. Cerró los ojos y vio rojo y negro y rojo. Se reía y oía el viento en los árboles y el crujido de las ramas y un pájaro que cantaba. No, piaba. Tal vez un judío, que los campesinos cubanos llaman así por su sonido, sin saberlo, aunque ellos lo explican diciendo que es porque traiciona, queriendo decir que este pájaro, como todos los arrieros, pía siempre que ve acercarse al hombre, y los campesinos y los demás pájaros y las bestias del monte lo usan como centinela. También los rebeldes lo tenían por vigía.
Reía, cerrados los ojos, el mango en la mano, los brazos hacia arriba, manchados de amarillo hasta el verdeolivo de la manga, al tenderlos para coger impulso y sentarse y quizás pararse. Se reía cuando lo tumbó la descarga. Nunca supo qué lo mató, si una bala amiga escapada o un tiro de una emboscada enemiga o qué. Cayó hacia un lado y rodó bajo el árbol hasta la cañada. ¿En qué pensaba? Alguien dijo que nunca se sabe lo que piensa el valiente."

Dulce María Loynaz

La escritora cubana Dulce María Loynaz (1902-1997), fue una mujer culta y exquisita, de presencia frágil pero de fuerte personalidad poética. Su pasión por la literatura la llevó a traducir a importantes escritores de otras lenguas y a hacer incursiones en diversos géneros como el periodismo, el ensayo, la novela y los libros de viajes.


He aquí una selección de poemas suyos que a mí, particularmente, me parecen geniales. Ahora veréis por qué...




"Abrazo"

Hoy he sentido el río entero
en mis brazos... Lo he sentido
en mis brazos, trémulo y vivo
como el cuerpo de un hombre verde...



Esta mañana el río ha sido
mío: Lo levanté del viejo
cauce... ¡Y me lo eché al pecho!
Pesaba el río... Palpitaba
el río adolorido del
desgarramiento... -Fiebre fría
del agua... Me dejó en la boca
un sabor amargo de amor y de muerte...




"Mi tristeza es suave"
Mi tristeza es suave como un claro de luna:
Ni queja ni temor
has de encontrar en ella nunca.

Mi tristeza es suave como un claro de luna,

como un verde temblor

de agua o de brisa entre árboles...

Como un temblor de brisa...


(Mi tristeza es tan suave
que casi se parece a una sonrisa...)




"Infancia del río"

Cuando el río, niño,
se echó a correr por el campo,
no sabía a dónde ir...
Tanteaba las colinas
trémulo de una emoción
nueva, insospechada...

Iba a un lado y otro
aturdido
por el sol, por el viento, por el verde...

Una mariposa lo turbaba;
podía tornarlo blanco,

amarillo, triste... Y cuando
el río quiso volverse

a la piedra tibia,

a la sombra húmeda y dulce

de la piedra

de donde había salido,

ya era tarde...



"Precio"
Toda la vida estaba
en tus pálidos labios...
Toda la noche estaba
en mi trémulo vaso...
Y yo cerca de ti,
con el vino en la mano,
ni bebí ni besé...
Eso pude: Eso valgo.



"Domingo de lluvia" 


Si pudiera ir a ti
por los trémulos hilos de la lluvia,
pasados uno a uno entre mis dedos...!

Si yo pesara ya tan poco
que pudiera colgarme
de estos flecos de agua
y deslizarme sobre los tejados
y las casas y las tristezas
de los hombres...

¡Y llegar con el corazón mojado
a allí donde tú estás -tibio... -esperando...




Poema CXXIII
Como todos los niños, cuando yo lo era, solía preguntar a mi madre de dónde me habían traído...Y como todas las madres, fabricaba la mía para contestarme, una tierra de leyenda o escogía entre los países del mundo, el que le parecía más hermoso. Pero, no sé por qué, recuerdo que, a pesar de su buena voluntad, una vaga decepción seguía siempre a la respuesta; creía yo a mi madre; pero, una vez satisfechas mis tubadoras curiosidades, me quedaba por mucho tiempo triste... ¿Qué era lo que mi pequeño corazón soñaba entonces? ¿De qué flor hubiera querido brotar, de qué nube salir volando como un pájaro? No lo sé todavía, y ahora pienso que sólo la verdad era digna de mi sueño.
Mi madre no podía ofercerme nada más hermoso que ella misma... Pero si me lo hubiera dicho, era su verdad tan maravillosa, que no la hubiera creído.

Reinaldo Arenas

Escritor cubano
Reinaldo Arenas
(Holguín, 1943 - Nueva York, 1990) escritor cubano cuya obra inicial se inscribió en la narrativa del boom latinoamericano, y cuyas últimas producciones son un testimonio doloroso y satírico de su vida.

"Tú y yo estamos condenados"

Tú y yo estamos condenados
por la ira de un señor que no da el rostro
a danzar sobre un paraje calcinado
o a escondernos en el culo de algún monstruo.

Tú y yo siempre prisioneros
de aquella maldición desconocida.
Sin vivir, luchando por la vida.
Sin cabeza, poniéndonos sombrero.

Vagabundos sin tiempo y sin espacio,
una noche incesante nos envuelve,
nos enreda los pies, nos entorpece.

Caminamos soñando un gran palacio
y el sol su imagen rota nos devuelve
transformada en prisión que nos guarece.

TURRONES AMARGOS

     Esta mañana al llegar al trabajo me han dado una mala noticia. A las dos y media despedirán a uno de mis compañeros. La in...