sábado

El corazón entre las piernas



Dedicado a CUBA 

"El corazón entre las piernas": poema de Antonio Gala.

 Quien urge aquí es la vida, no la inmortalidad:
la vida, breve y rápida,
con sus manos de arena.
Nos llama desde las verdes palmas,
desde el mar incitante,
desde las nalgas prietas y las negras pupilas.
"Ahora", nos dice, y tiende
su copa de ron claro
llena de ritmo y ansia.
Quien urge aquí es la vida, no el amor.
Y fugaces
las caricias espesas,
el recíproco gozo
efímero y caliente,
la común aventura de la carne
bajo el árbol en flor.
Entre el aire impaciente,
bajo la sorda y muda tutela de los cielos,
quien urge aquí es la vida.

martes

De Flaubert a Colet



Leyendo Extractos de la correspondencia de Flaubert, me topé con esta carta a Louise Colet del 12 de julio de 1853. Genial, como todo lo que escribía él...

"He contemplado, no sin un cierto placer, mis espalderas destruidas, todas las flores despedazadas, el huerto patas arriba.
Viendo estos pequeños arreglos artificiales del hombre que la naturaleza ha trastocado en cinco minutos, he admirado el restablecimiento del orden verdadero.
Esos seres a los que nosotros atormentamos; árboles podados, flores que crecen donde no quieren, hortalizas de otros países, han encontrado, con este bufido atmosférico, una especie de revancha. Se trata de una gran farsa que a veces se desmorona.

¿Hay algo más estúpido que una campana de vidrio para proteger melones?

¡Estas pobres campanas también las han pasado canutas! ¡Ay, cuando siente la tentación, a qué fantasías tan poco utilitarias se abandona esta naturaleza sobre cuya espalda nos subimos y que explotamos tan despiadadamente, a la que afeamos con descaro, y que despreciamos con muy hermosos discursos! Eso está bien.

Por regla general se cree que la única finalidad que el sol tiene aquí abajo es hacer crecer las coles. De vez en cuando hay que volver a colocar a Dios sobre su pedestal. También él se encarga de recordárnoslo enviándonos, por aquí y por allá, alguna peste, el cólera, una conmoción inesperada y otras manifestaciones de la Regla, a saber, el Mal -contingencia que quizá no sea el Bien- necesario, pero que, a fin de cuentas, es el Ser: algo que los hombres consagrados a la nada comprenden muy difícilmente."

miércoles

La inseguridad del escritor



Gabriel García Márquez
Y dijo García Márquez: «Cuando yo terminé “La hojarasca”, mi primera novela, se la di a varios amigos, de esos que suelen ser muy críticos, y me dijeron: “Es muy buena, pero por supuesto no es una gran novela”. Deben haber notado algo en mi cara porque se apresuraron a añadir: “Ninguna primera novela es una gran novela.” Sufrí una desilusión tremenda; pensaba: “Ahora sí que me jodí, yo soy incapaz de escribir algo mejor que eso”. Sentía que el mundo se me venía abajo y no hacía más que repetir” Me jodí, me jodí...”».
Un alumno del taller de cine, dice: «Uno nunca está completamente seguro de lo que quiere hasta que lo hace. Y nunca está seguro de lo que hace hasta que lo ve montado».
Gabo contesta: «Eso es parte inseparable del proceso creador. No hay verdadera creación sin riesgo y por lo tanto sin una cuota de incertidumbre. Yo nunca vuelvo a leer mis libros después que se editan, por temor a encontrarles defectos que pueden haber pasado inadvertidos. Cuando veo la cantidad de ejemplares que se venden y las lindezas que dicen los críticos, me da miedo descubrir que todos están equivocados -críticos y lectores- y que el libro, en realidad, es una mierda. Es más –lo digo sin falsa modestia-, cuando me enteré de que me habían dado el Premio Nobel, mi primera reacción fue pensar: “¡Coño, se lo creyeron! ¡Se tragaron el cuento!”. Esa dosis de inseguridad es terrible pero al mismo tiempo necesaria para hacer algo que valga la pena. Los arrogantes que lo saben todo, que nunca tienen dudas, se dan unos frentazos... Mueren de eso»
Cómo se cuenta un cuento, taller de guión cinematográfico.

lunes

Capítulo 68 de Rayuela

El lenguaje del alma no necesita traducción. Grande, Cortázar. 


Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

miércoles

Definiciones infantiles...


 César Bona, profesor de un colegio de Zaragoza, propuso a sus alumnos de entre diez y once años un juego en el que tendrían que definir una palabra y formar con ella una frase. He aquí una muestra del resultado.




















Más info en: http://verne.elpais.com/verne/2015/06/02/articulo/1433247989_521700.html

domingo

Cuestión de enfoque


 
Más allá de los disfraces y las caretas, detrás de todos los artificios que impone la condición social, la raza, la ideología o la religión, el ser humano comparte la misma esencia. Podemos enfocarnos en nuestras similitudes y tendremos un mundo gobernado por la tolerancia y el entendimiento. O podemos enfocarnos en nuestras diferencias y cada día encontraremos nuevos motivos para entrar en guerra. 
Una vez más, la decisión es nuestra.

lunes

A ritmo de tambor




A ritmo de tambor el tiempo vuela
penando los abuelos se despiden
llorando los recién nacidos llegan. 

A ritmo de tambor el tiempo pasa
bailando en la comparsa de la vida
unos vienen y otros marchan
todos quedan cual fantasmas
atrapados en la fiesta por un día.

A ritmo de tambor el tiempo suena
hueco como una sonaja vacía.

TURRONES AMARGOS

     Esta mañana al llegar al trabajo me han dado una mala noticia. A las dos y media despedirán a uno de mis compañeros. La in...